lunes, 16 de enero de 2012

La mano loca



"A la impulsividad de quienes tienen nuestro temperamento..."
"Egoístamente, sólo a quienes sienten, así como una vez sentí yo."

Era extraño, era como si en su cuerpo habitaran dos almas total y completamente opuestas e independientes la una de la otra. Ella se conocía bien a si misma, sabía que el límite de lo buena gente que era, llegaba sólo hasta el comienzo de su mano derecha, por tanto, varias veces ya se había restringido de cometer un acto total y completamente demente, como cortar su mano, después de todo ella no estaba bajo las garras de la demencia.

Tenía 25, la edad perfecta según quienes la rodeaban, estaba precisamente en un punto medio, ni tan joven, ni tan vieja. Era exitosa, tenía un muy buen trabajo con un muy buen cargo, y una vida llena de triunfos pese a  las gigantes dificultades que en el camino había tenido que pasar. Pero no todo era muy bueno, ella estaba consciente de que tenía un problema y ése problema era tener que convivir con una mano loca que nada sabe de buenas costumbres y amabilidad.

Pasaba el tiempo, y parecía que su mano se volvía cada vez más loca, era agresiva, golpeaba y arrancaba cada cosa que quería sin importar las consecuencias. Por tanto, ella decide tomar cartas en el asunto, y tratar de obtener los datos básicos de lo que para ella era casi una enfermedad. Tomó asiento en el sofá de su casa, un lunes por la mañana, después de decidir faltar a su trabajo por temor a la mano. Comenzó a recordar cuantas veces la mano había hecho escándalos de agresividad, y que circunstancias rodeaban a los ataques de la mano. Después de todo, ella creía que teniendo aquellos datos, sería más fácil para un especialista llegar a la solución de su problema.

Entonces, resolvió asistir a un exorcista, quien le explico que nada tenía que ver una mano demente con la posesión de espíritus, que un espíritu se apoderaría de su razón, sin dejarla en paz en ningún instante, asi es que estaba en el lugar equivocado.

Más tarde, contactó a un psicoanalista, quien le otorgó una cita extensa para poder resolver a total cavalidad lo que la aproblemaba.

Una vez allá, inician una conversación profunda.

- Usted, ya sabe mi problema, creo que mi mano tiene un problema que a mi me deja fuera de toda acción; se vuelve loca, en más de alguna oportunidad daña mis cosas y golpea a la gente. - Explica ella.
-¿Cómo así? ¿Usted me quiere decir, que su mano tiene vida propia, y que golpea a quien ella quiera? - Le responde el.
- Osea, no... la verdad es que ya harta de todo esto, comencé a hacer memoria, y concluí que mi mano loca, sólo se ha vuelto loca con mi novio, y lo ha maltratado sin mi consentimiento.
- Ah... entonces las cosas cambian, ése es un gran detalle, y ya tanto me ha servido que bien seguro estoy de saber lo que te sucede.
-¿Así de rápido?, yo llevo meses intentando llegar al origen de todo esto.
- Si, es complicado, pero créame que tiene una explicación lógica, pero antes de ir con ella, necesito que me responda una pregunta... ¿Tenía, o tiene usted una relación algo tormentosa?, es decir... llena de desacuerdos, malos ratos, etc.
-La verdad es que si. -Le responde ella, mientras una lágrima ya comienza a hacerse presente en la conversación.
- Entonces estoy en lo correcto, su problema parece ser más habitual de lo que usted imagina. - Entonces le explico.
-Comprendo que usted crea que se trata de una posesión, porque usted nunca quiso hacerlo, usted no es una persona agresiva. Pero el culpable está dentro usted...
-¿Qué?, ¿dentro de mi?
- Si, usted es una muy buena persona, es más, me da la sensación de que su bondad es gigantesca, por eso no reconoce la agresividad de su mano loca. Después de todo, usted no le ordena cometer todos esos actos, que a vista de todos no corresponden.
- ¿Entonces quién?
- Su corazón.
- ¿¡Qué!?
- Así es... su corazón no piensa sólo siente, y él está tomando a su mano como un arma de defensa. Se siente destrozado, desgarrado, desplazado, despreciado y quizás más... por tanto necesita protegerse de alguna manera.
-Esto quiere decir que...
-Exacto, quiere decir que su mano, no es la que necesita ayuda, lo es su corazón.

En aquel momento, después de haber pasado varios minutos en shock, se levantó del diván, con los ojos llenos de lágrimas y partió rumbo hacia su casa donde allí tendría que tomar una difícil decisión, pero antes de hacerlo, debía sanar a su compañero.

Se sentó en el sofá con una botella de whisky que pretendía bebérsela hasta el final, tomó unas hojas y un lápiz, y justo en el momento exacto en que la primera palabra que escribiría se le vino a la mente, su mano tensa y agresiva, cayó rendida al piso.


Viaje al alma.

Nota del autor: A mi letra, que parece ser la terapia perfecta, la compañía perfecta, y quién nunca me ha de abandonar. Te amo.

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